miércoles, 8 de julio de 2009

SAN PEDRO DE ATACAMA DE MARIETTA MORALES RODRÌGUEZ .


Un leve sabor a un café de un encuentro de las Naciones unidas , en un poblado perdido entre el desierto y los cerros de colores , era el ùltimo de mi destino , antes de partir al viejo continente . Era un lugar demasiado perfecto , con un pequeño jardín secreto , donde el dolor no entraba por sus alas . Los idiomas se mezclaban como los colores en un telar . La iglesia blanca , pulcra , donde las miradas de un matrimonio francès . delataba haber encontrado la esencia de Dios , en los ìconos de la iglesia . Una pequeña cueva , donde màs de algún espìritu , enciendo el fuego , en la exquisita tranquilidad de San Pedro de Atacama . Era un paraíso , para un demonio como yo , llamado Carmen Garcìa . Ver los turistas con su presencia de belleza , caminando por el pueblo , con sus sonrisas impecables y las ganas de descubrir otros atardeceres . La música tecno llenaba mis oìdos , recordando aquel concierto en las pìràmides de Egipto , de un mùsico francès , que no recuerdo su nombre . Tenìas unas ganas locas de almorzar , no tenìa suficiente dinero , para entrar a esos pubs-restaurante , con la curiosidad de saborear un plato de comida y escuchar una buena conversaciòn en inglès . Pero me tuve que engullir una empanada y beber una lata de Coca-cola , para que mi estòmago dejara de danzar por un momento .