jueves, 21 de octubre de 2010

IN MEMORIAM A JENIFFER DE MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ .



El demonio esta presente en los caminos de esos frondosos árboles ,
junto al río , como mudos testigos de los lamentos de una doncella .
Los años transcurrieron como el ondular de las hojas de la biblia .
Sobre las manos de ese villano que toma la vestidura de un profeta falso .
El llanto de esa doncella , en la montaña oculta del dolor ,
por el cuchillo frío en las noches ,
en la presencia del demonio invoca la palabra de Dios .
Tomando el báculo en las ramas secas de la ignorancia .
El llanto de la doncella rompe las cánticos de la predica dominical ,
y el demonio saborea los mejores manjares ,
aquella doncella llora sus lamentos ,
en la orilla de las aguas mustias de un río .
El rostro de la madre ,
con el cabello largo de la sumisión ,
frente a ese fausto decadente ,
danzaron sobre esas faldas que oculta la carta de la fatalidad .
Los lamentos de la doncella se enterraron en la frialdad de un cementerio ,
sobre la cruz del sur , donde los ecos de Orias retumban en los oídos
de ese fausto maldito .

UN CAFÉ EN SAN PEDRO DE ATACAMA DE MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ



Estamos solitarios como un par de poetas ,
en el café de San Pedro de Atacama .
Es el silencio del valle con el fuego del atardecer .
Todo tiene sentido
como esa brújula que se paraliza
en el recorrer del poblado ,
de los sueños metafísicos .
Cada momento es el sonido de los relojes
de tiempos remotos ,
en el camino de San Pedro ,
en el silencio del poblado .
Esas lágrimas de sales en el rostro esculpido de la tristeza .
Aquel puerto portentoso
del camino a San Pedro ,
era el estruendo de su mirada ,
sobre los ecos del silencio ,
en la iglesia blanquisima .
Son las casas de fuego ,
en la tristeza se poso
en el rostro de aquel Santo ,
y una corona de espina
brotó de sus pies ,
como el recorrido de los pequeños volcanes ,
con el dolor de la soledad eterna .

FURIA MINERA DE MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ .



El grito agónico de la tierra ,
en el silencio de la mina .
Estalla la fortuna en el rostro del dolor .
Es el fulgor de los espejos ,
en la mirada de las espigas de carbón .
Los amaneceres con las filas de las hormigas ,
que recorren el camino del túnel de la vida y la muerte ,
como la cara de una comedia mal representada .
La fuerza de esos hombres bestiales ,
que desafían el dolor de la tierra ,
con el aliento divino del negro de la noche ,
con las manos como las alas de un ángel negro .
Es la mina un pequeño calabozo ,
en el llanto de esa madre ,
que invoca el rostro del Cristo redentor .
Los hijos esperan el pan nuestro de cada día ,
con el estruendo de esas palas
que provocan la danza rotatorio de los pequeños planetas .