El amante de la Reina
se posó en el àrbol mas frondoso de mi casa .
Vi el fulgor de una nueva ruta de viajes en sus ojos ,
con el fuego ardiente de las castañas de la guerra de los cien años .
Siendo discípula de la Reina
recibo el decreto real de salir nuevamente
a conquistar nuevos territorios poèticos ,
con el saltar de la brùjula de la cartografìa del corazòn ,
estalla en mis manos como los ecos medievales .
Con el palpitar de las cartas amarillas
sobre la vèrtebra de un ciervo .
Mi corazòn late fuerte con el aliento del amante de la Reina .
En la entrega de las cartas en los caminos polvorientos ,
donde desafió a esos pequeñas bestias .
La Reina me ordena que escriba nuevos poemas
con el estruendo de las copas de vinos ,
en el recorrido de los cinco sentidos ,
en los ecos del sur de esos àrboles llenos de belleza .
Mi columna se divide en dos ,
con el canto de los arenales
y los sueños azules del rìo que cruza la ciudad .
Solamente tengo en mis manos una brùjula ,
un mapa y los huesos de esos guerreros
muertos en la orilla de mi cama .
