Los idiotas van por la vida
como saltimbanquis ansiosos
por los aplausos de un cumpleaño .
Quieren amor y no son amados .
Siguen la ruta de los sueños
fragmentados en los muros frios de la ciudad .
Recorren miles de rutas .
Hacen millones de llamadas telefònicas ,
siempre con la misma respuesta
-Estoy ocupado -
Escuchan las llaves de esos carceleros malditos ,
que cuarta sus sueños de verano .
A veces los idiotas
amanecen en los brazos de una serpiente de fuego ,
que les devora el corazòn
hasta convertirlo en piedra frìa del sacrificio ,
en los altares urbanos .
A veces los idiotas
buscan la carta de liberaciòn
de vivir encerrado en una casa llena de tigres ,
que les prometen lealtad
hasta que la muerte los separe .
Ellos sueñan
con el estruendo de la felicidad ,
en el resplandor de las luces
de un àrbol de navidad ,
en los huesos de los perros
que besan los labios de la muerte .
Ven las camisas sucias
en el respaldo de la silla ,
en las cajas llenas de papeles ,
las cenizas en la cama .
La tristeza gira como las làgrimas de un hemo ,
que tiene el tatuaje de la infelicidad ,
en la espalda sudorosa de la noche .
Sueñan a veces
con las luces de Parìs
y el centelleo de nuevas esperanzas
en las cartas del tarot .
Tienen su libertad hipotecada
como el negocio de un judio pobre .
Estan condenado por el juez eterno
y se ven frente al espejo
como una merectriz envejecida .
A veces los idiotas
intenta ser buenas personas ,
entran a las iglesias para exorcizar sus culpas ,
en el brillo de un caliz .
Los idiotas
no quieren caer en el juego
de la edad de la insolencia
y solamente ven las balas que carcomen
su columna vertebral .
MARIETTA MORALES RODRÌGUEZ
