Son los fòsiles
de esas caravanas
que rompieron el mundo
como la taza de ese viajero
que fue recibido por el gran emperador .
Aquella mansiòn de millones de habitaciones .
La foto del Padre ,
que va como el humo de la chimenea .
Es la hija guerrera
amparada por el escudo de esos cien años de soledad .
Es el momento en que los planetas
se alinean con el sol ,
con el canto de esos guerreros monàsticos ,
que hicieron rodar cabezas
en el rìo de los siete años de lamentos .
Sobre el monte del ojo que todo lo ve
y que hace girar los relojes locuaces del mundo ,
en el momento en que los gallos entonan
un requiem de los huesos calcinados .
MARIETTA MORALES RODRIGUEZ