Era cálida la casa y habían grandes árboles hermosos .
Junto al
jardín que entro con el canto furioso .
Azul era el atardecer y
encendía el fuego en la chimenea ,
para dar paso a las tormentas , truenos y
centelleos .
Ahora , la lluvia
invadió la casa ,
y caen las hojas de los árboles ,
donde ellos se acariciaban ,
con la lluvia como testigo silencioso ,
como un hada de cabellos blancos ,
que corta la leña para el largo invierno .