Fue la noche en el momento en que los universos
se unieron en el palpitar de las calles con el ondular
de los perros romànticos .
La llamarada de los cerros
era el fulgor de esas ilusiones que se levantaron
como el vuelo de un halcòn en la quietud de la selva de concreto .
Las distancias se acortan
como el paso de una bailarina de ballet ,
en el amaneceres de un viejo motel .
Los ecos de Hank
retumban en los vidrios de los fuegos de los montes .
El aliento de las librerìas que recorre el camino de la gran vìa .
Es unir los canales donde se despierta el lado oscuro del corazòn .
Los ecos ,ecos , ecos en lo alto de una cruz de una calle de Madrid .
MARIETTA MORALES RODRÌGUEZ